Fue el 25 de junio del 1950, y estuve disfrutando el desayuno con mi hermana mayor y mi papá. Mamá estaba en la cocina, y presumí que estaba preparando algo más; el delicioso olor me llegaba hasta donde estuve. Miré hacia la ventana y vi los criados de la casa, limpiando el patio, donde el perro blanco estaba durmiendo bajo la luz calientica. El sol brillaba, como cualquier otra día, y los árboles en el jardín se estaban volviendo más verdes junto con el tiempo.
Mi casa estaba llenos de libros y objectos valiosos. Nuestra familia fue unos de los familias más ricos acá, a pesar de que el control de Japón sobre Corea terminó solo hace cinco años. Gracias a dios que las japonesas decidieron retirarse cuando fui un bebé. No recuerdo nada del tiempo pero mis padres me han dicho que fueron horribles. En unos minutos, mi mamá nos trajo tortas de arroz, mi postre favorita. Cuando nadie miraba, metí dos tortas en mis bolsillos, uno para cada uno de los señores trabajando afuera. Después de dar mis gracias para la comida, salí al patio, donde silenciosamente llamé a los dos servientes y le dio las tortas. No debía darles comida excepto la que mis padres le darían, pero pensé que deben tener hambres por trabajar todas las días de la mañana hasta la noche.
Iba a ir a ver a los flores cuando se tembló la tierra. Quedé inmóbil para unos segundos, pero pensando que lo imaginé, seguí caminando, pero en unos segundos, la tierra se tembló otra vez. Esta vez estuve seguro que no fue imaginario. Estaba mirando a mi alrededor cuando la voz de mi mamá sonó desde adentro la casa, llamandome. Rápidamente fui al cuarto donde estaban reunido toda la familia, y vi que estaban escuchando al radio. Un voz masculino sonó del pequeño maquina.
“El norte nos invadio y están atacando- Queden calmas…”
Mamá y papá salieron afuera mientras yo y mi hermana quedamos en el cuarto, pensando en lo que hemos oido. Los coreanos del norte estaban atacando. ¿Será que empezó una guerra? Tenía miedo.
Oí a mi mamá llamandonos desde afuera y nos salimos. Mamá y papá estaban ahi, y los servientes tenían unos maletas grandes.
“Señoritas, dije a los señores que lo lleven a un lugar más seguro. Le di comida y dinero, entonces si necesitas algo, pregunteles a ellos, ¿bueno?” dijo mamá.
“¿Pero no te vas a ir también?” preguntó mi hermana.
“Quedaremos en la casa. No sabemos todavía que va a pasar. Puede ser que el ataque se pare y no podemos dejar que cualquier persona nos roben.” dijo papá.
“Porfavor, cuiden a las niñas bien, ¿si?”
“Si, señora.”
Uno de los señores me llevó a cuestas, y empezamos a caminar hacia el sur, aunque no queriamos irnos sin nuestros padres. Caminamos hasta que no podiamos ver ni a mamá, ni a papá. Caminamos por unos minutos más, cuando los señores empezaron a hablar silenciosamente entre ellos. No podía escuchar no que dijeron. Pronto, el señor que me llevaba me dijo, “Señorita, ¿puedes bajar por un momento?” Hize caso.
“Nos vamos a ir a un lado por un momento, pero ya regresamos, ¿bueno?” dijo el otro señor, y se fueron.
Pasaron minutos, tal vez horas. Esperamos y esperamos, pero no volvieron. Nunca volvieron. Han llevado todo el dinero y lo demás. No sabía donde estábamos. No podía regresar a casa. Empezé a llorar. Mi hermana me dijo que estaramos bien, pero yo sabía que eso no era cierto. Decidiendo que no había nada mejor que hacer, empezamos a caminar hacia la nada.
[Basado en una historia real de mi abuela en la guerra de Corea]
Tuesday, June 7, 2011
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